En qué consiste la espondiloartrosis y cómo se puede tratar
- Es una afección degenerativa multicausal, que se ve influenciada por una combinación de edad, estilo de vida y problemas metabólicos.
- Los síntomas no suelen ser graves, pero pueden causar un gran impacto en la vida diaria de la persona afectada.
¿Qué es la espondiloartrosis? Es una enfermedad degenerativa que afecta a las articulaciones de la columna vertebral causando dolores de espalda y rigidez. Generalmente ocurre cuando los discos intervertebrales se desgastan, ya que son los encargados de soportar el peso del cuerpo y permitir el movimiento de la columna. Estos discos son estructuras formadas por tejido cartilaginoso con un núcleo de gel elástico, que se consumen y descomponen con el tiempo.
Esta enfermedad es uno de los tipos de artritis degenerativa crónica más común y se produce principalmente en el adulto mayor. Además de los discos, también puede afectar otros componentes de la columna vertebral, como los ligamentos, los músculos y los nervios.
Causas de Espondiloartrosis
Se trata de una afección degenerativa multicausal, que se ve influenciada por una combinación de edad, estilo de vida y problemas metabólicos. Es importante entender los factores de riesgo y tratarlos de manera adecuada para prevenir el desarrollo de la afección.
Los principales son:
- Edad. El envejecimiento natural del cuerpo causa cambios en los huesos y tejidos conectivos, haciendo que se vuelvan más propensos a desgastarse. Esto puede provocar la degeneración de los discos intervertebrales y las articulaciones, lo que a su vez aumenta el riesgo de padecer esta enfermedad.
- Estilo de vida. Si una persona no hace ejercicio adecuadamente y mantiene un estilo de vida sedentario durante largos periodos de tiempo, la debilidad muscular y los problemas articulares pueden aumentar, lo que contribuye al proceso de desgaste. La obesidad también es un factor de riesgo, ya que los huesos y articulaciones soportan mayores cargas.
- Trastornos metabólicos. La gota y la artritis reumatoide pueden provocar depósitos de ácido úrico y cristales en las articulaciones, lo que contribuye a desgastarlas más rápido. Además, los cambios hormonales, tales como la menopausia, pueden afectar la producción de hormonas, los niveles de colesterol y la presión.
Causas Degenerativas
El desgaste normal del disco intervertebral suele ser la causa principal. Se produce a causa de la edad, pero también se puede desarrollar en personas más jóvenes como resultado de una mala postura, un trauma u otra lesión. Además, hay ciertas condiciones hereditarias que pueden contribuir a la formación de espondiloartrosis degenerativa.
Causas inflamatorias
Suele ser resultado de la artritis reumatoide. Esta forma de artritis concierne principalmente las articulaciones y el tejido conectivo de las extremidades. Sin embargo, a veces también afecta a la columna vertebral, lo que ocasiona la aparición de espondiloartrosis inflamatoria. Además de la artritis reumatoide, hay otras enfermedades inflamatorias como la espondilitis anquilosante que también pueden contribuir a su desarrollo.
Síntomas de espondiloartrosis
Se trata de una condición articular crónica dolorosa, caracterizada por la degeneración progresiva del cartílago articular con el paso del tiempo. Esto da lugar a la inflamación y al endurecimiento de las articulaciones.
Los principales signos de espondiloartrosis incluyen:
- Dolor en las articulaciones afectadas, especialmente durante el movimiento y al realizar determinadas actividades.
- Inflamación.
- Sensibilidad alrededor de las articulaciones.
- Disminución en la movilidad articular.
- Rigidez articular, especialmente por la mañana tras levantarse de la cama. Suele disminuir con el paso de las horas.
- Fatiga y malestar general.
- Otros síntomas menos comunes: dolor en los tendones, ligamentos, huesos o músculos alrededor de las articulaciones afectadas; irritación en la piel que rodea las articulaciones; deformidad articular; hinchazón de los tejidos blandos, y en algunos casos, disminución de la fuerza.
Los síntomas no suelen ser graves, pero pueden causar un gran impacto en la vida diaria de la persona afectada.
Tipos de Espondiloartrosis
Existen diferentes tipos. Los principales serían:
- Cervical. Los síntomas más comunes de la espondiloartrosis cervical incluyen rigidez y dolor en el cuello, molestias que se irradian hacia los brazos, sensación de hormigueo en los brazos y dolor de cabeza.
- Dorsal. La espondiloartrosis dorsal provoca dolor en la parte baja de la espalda que puede irradiarse hacia las nalgas o los muslos, rigidez en la parte baja de la espalda y problemas para mover la zona afectada.
- Lumbar. Incluye dolor en la parte baja de la espalda y sensación de rigidez y calambres en el coche, en la parte trasera de los muslos y en la parte baja de los glúteos. La espondiloartrosis lumbar es una de las más frecuentes.
- Sacra. Ocasiona dolor en la zona lumbar y en la cintura pélvica, rigidez en los huesos de la cintura pélvica y dificultad para sentarse y levantarse de una posición sentada.
- Torácica. Causa dolor en la parte superior de la espalda, rigidez en los hombros, brazos, pecho y la parte superior de la espalda y dificultad para realizar algunas actividades.
- Mixta. Los síntomas dependen de la región de la columna afectada, pero en general incluyen dolor en la zona afectada, rigidez y limitación de la movilidad.
- Espondiloartrosis degenerativa. Es la forma más común y los síntomas incluyen dolor y pérdida de movilidad en la zona afectada y deterioro de los discos que separan a las vértebras. La causa exacta de la discopatía degenerativa no está clara, pero se cree que puede deberse a un trauma, a una condición hereditaria o a un desequilibrio químico en el cuerpo.
- Espondiloartrosis inflamatoria. Se relaciona con la artritis reumatoide, una condición de salud autoinmune que causa inflamación en las articulaciones. Los síntomas varían según la severidad de la enfermedad. En general, incluyen dolor en los músculos y tejidos blandos de la columna vertebral, rigidez en la zona afectada, sensación de hormigueo en los brazos y piernas y dificultad para realizar algunos movimientos.
Diagnóstico
El diagnóstico generalmente se realiza mediante una combinación de datos físicos, pruebas de laboratorio, imagen y otras herramientas diagnósticas. Uno de los primeros pasos es una evaluación física completa. El reumatólogo revisa los signos y síntomas, el historial médico, y hace preguntas sobre la actividad física y los síntomas presentes. También pueden realizar pruebas como el rango de movimiento, palpación para identificar sensibilidad, y tests especiales para determinar la fuerza muscular.
Además, se pueden realizar pruebas de laboratorio como análisis de orina y un examen de sangre completo para excluir otras enfermedades o infecciones.
Otra herramienta diagnóstica útil es la radiografía. Ayuda al médico a detectar cualquier deformidad en la articulación, artritis, ligamentos lesionados, y una pérdida de espacio articular o hueso añadido.
El médico también puede solicitar una tomografía computarizada y una resonancia magnética, así como pruebas de función nerviosa como el electromiograma.
Finalmente, en casos donde el diagnóstico aún está en duda, el médico puede recomendar una artrocentesis para obtener una muestra de líquido de la articulación afectada y verificar el contenido y el nivel de inflamación.
Una vez que se diagnostica la enfermedad, el profesional puede recomendar un plan de tratamiento adecuado que incluya terapia física, medicación y cirugía, dependiendo del estado de la enfermedad.
Tratamiento de la espondiloartrosis
Aunque no hay una cura para la enfermedad, hay varias formas con las que se puede tratar. En general, el tratamiento se centra en la reducción del dolor y la limitación en la movilidad. Es importante trabajar con un profesional de la salud para determinar el plan adecuado para cada paciente. El manejo a largo plazo incluye el cuidado personal, la medicación y el control de los síntomas.
Algunos tratamientos son:
- Fisioterapia y ejercicios de estiramiento para fortalecer el músculo y la movilidad de la columna. También se puede trabajar un programa de fortalecimiento para proporcionar estabilidad a la columna lumbar.
- Dieta saludable. Puede tener un impacto positivo en la condición, especialmente si la inflamación es un problema.
- Terapia de calor y frío, además de la acupuntura y los masajes, también pueden ayudar a aliviar el dolor.
- Medicamentos para el alivio del dolor.
- Ejercicios de relajación.
- Inyecciones de cortisona para aliviar el dolor y la inflamación.
- Cirugía. Se recurre a la intervención quirúrgica solo en los casos más graves, para mejorar la función y aliviar el dolor.
Ejercicios recomendados para la espondiloartrosis
Estos ejercicios pueden estar encaminados a fortalecer los músculos y ligamentos que sujetan las articulaciones, mejorar el rango de movimiento articular y ayudar a prevenir la deformidad. Los ejercicios se clasifican en estáticos y dinámicos.
- Los ejercicios estáticos o de estabilización son fundamentales para prevenir la deformidad ósea y promover la movilidad articular. Ayudan a fortalecer los músculos y ligamentos de la articulación, al mismo tiempo que proporcionan estabilidad para prevenir la deformidad. Se realizan con movimientos lentos y controlados sin grandes cargas.
- Los ejercicios dinámicos son útiles para aumentar la fuerza muscular y mejorar la coordinación. Son los más comunes para las personas con espondiloartrosis, ya que mejoran la movilidad articular a la vez que previenen la deformidad ósea. Incluyen estiramientos, sentadillas, levantamiento de pesas y caminar. Deben ser realizados bajo supervisión de un fisioterapeuta, para asegurarse de la correcta realización y evitar una lesión por generar una excesiva carga a las articulaciones. Es importante tener en cuenta que los ejercicios deben estar adaptados al grado de afectación de cada persona y de forma moderada, para evitar efectos secundarios indeseados.
Espondiloartrosis y caminar
Esa patología generalmente afecta a personas de edad avanzada y a veces se manifiesta como dolor e inflamación. Por tanto, caminar puede resultar doloroso y dificultar el movimiento. Pero puede ser beneficioso, ya que ayuda a fortalecer los músculos de las articulaciones, reduciendo la presión en las articulaciones afectadas. Sin embargo, es importante que el paciente consulte a su médico antes de comenzar cualquier actividad de ejercicio, ya que caminar con demasiada frecuencia o durante un período de tiempo prolongado puede empeorar el dolor. El médico también puede recomendar otras actividades de ejercicio como la natación o el yoga.
Pronóstico
El pronóstico depende de varios factores como el nivel de estrés, el tratamiento que reciba la persona afectada, su edad y el nivel de actividad física. Además, hay casos en que la enfermedad puede mejorar o empeorar sin causa aparente a pesar de los tratamientos, lo que indica que su pronóstico es difícil de predecir.
Los tratamientos incluyen medicamentos para reducir la inflamación, así como terapia física, entrenamiento en fortalecimiento muscular y cambios en la dieta. La gestión del dolor y el estrés también pueden ser parte importante de un plan de tratamiento. Los expertos han señalado que un enfoque conservador, utilizando varias de estas estrategias, puede ser útil para reducir el dolor y mejorar la calidad de vida.
Sin embargo, hay muy poca evidencia científica para apoyar la eficacia de los tratamientos a largo plazo. Aun así, existen varios estudios que indican que el tratamiento temprano puede ayudar a prevenir la progresión de la deformación articular y evitar el desgaste de los huesos y el tejido alrededor de la articulación. Esto indica que hay esperanza de mejoría con el tratamiento precoz y un compromiso motivado con el tratamiento a largo plazo.
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