Nutrición en la adolescencia: hábitos saludables para el futuro
- Una dieta deficiente en esta etapa puede tener efectos negativos a corto y largo plazo.
- Es fundamental fomentar una educación nutricional desde casa y la escuela

La adolescencia es una etapa crítica en el desarrollo humano, marcada por profundos cambios físicos, emocionales y sociales. Durante este periodo, el cuerpo experimenta un crecimiento acelerado que requiere un aporte adecuado de energía y nutrientes. Sin embargo, también es una fase en la que se consolidan patrones de conducta, incluyendo los hábitos alimenticios, que a menudo perdurarán hasta la adultez. Establecer una nutrición en la adolescencia que sea equilibrada no solo contribuye a un desarrollo óptimo, sino que también puede prevenir enfermedades crónicas en el futuro.
La importancia de una alimentación equilibrada
Durante la adolescencia, el cuerpo necesita nutrientes esenciales para sostener el crecimiento óseo, el desarrollo muscular, la maduración del cerebro y la producción hormonal. Una dieta deficiente en esta etapa puede tener efectos negativos a corto y largo plazo, como fatiga, bajo rendimiento escolar, retrasos en el crecimiento y aumento del riesgo de enfermedades como obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 80% de las enfermedades del corazón, los accidentes cerebrovasculares y los casos de diabetes tipo 2 pueden prevenirse mediante hábitos saludables adquiridos desde la infancia y la adolescencia.
Nutrientes clave durante la adolescencia
Los adolescentes deben asegurarse de consumir todos los grupos de alimentos y priorizar ciertos nutrientes que son especialmente importantes en esta etapa:
- Proteínas: esenciales para el crecimiento de los tejidos. Se pueden obtener de carnes magras, huevos, legumbres, pescado, leche y derivados.
- Calcio: vital para el desarrollo óseo. Leche, yogures, quesos, verduras de hoja verde y frutos secos son buenas fuentes.
- Hierro: previene la anemia, muy común especialmente en adolescentes femeninas. Se encuentra en carnes rojas, legumbres y vegetales de hoja verde.
- Zinc y magnesio: favorecen el desarrollo sexual y la salud ósea.
- Vitaminas A, C, D y del grupo B: necesarias para funciones inmunes, regeneración celular y energía.
Malos hábitos más comunes de nutrición en la adolescencia
A menudo, los adolescentes desarrollan conductas alimentarias poco saludables influenciadas por factores como la presión social, la publicidad, el entorno escolar y la falta de educación nutricional.
Entre los hábitos negativos más frecuentes se encuentran:
- Saltarse comidas, especialmente el desayuno.
- Consumo excesivo de alimentos ultraprocesados (bollos, snacks, bebidas azucaradas).
- Dietas restrictivas o modas alimenticias sin base científica.
- Comidas rápidas pobres en nutrientes.
- Ingesta desequilibrada de macronutrientes (por ejemplo, exceso de hidratos de carbono simples y grasas saturadas).
Estos comportamientos no solo afectan la salud física, sino también pueden derivar en trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón.
Claves para fomentar hábitos saludables
Para ayudar a los adolescentes a establecer una relación positiva con la comida, es fundamental fomentar una educación nutricional desde casa y la escuela, así como promover un entorno que facilite elecciones saludables. Algunas recomendaciones incluyen:
- Incluir al adolescente en la planificación y preparación de comidas.
- Fomentar la variedad en la dieta, con presencia diaria de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y proteínas de calidad.
- Establecer horarios regulares de comida.
- Reducir el consumo de azúcares añadidos y alimentos procesados.
- Fomentar el desayuno diario.
- Reforzar la importancia de la hidratación con agua.
Son hábitos saludables, en resumen:
- Comer cinco veces al día.
- Incluir frutas y verduras en cada comida.
- Preferir alimentos frescos y preparados en casa.
- Evitar distracciones (móviles, TV) durante las comidas.
- Practicar actividad física regularmente.
El papel de padres, educadores y sanitarios
Los adolescentes están en un proceso de construcción de su identidad y necesitan apoyo, información y ejemplo. Los padres pueden influir positivamente mostrando buenos hábitos alimenticios y creando un ambiente familiar saludable. Comer en familia regularmente se ha asociado con una mejor calidad de dieta y menor incidencia de trastornos alimentarios.
Las escuelas, por su parte, pueden integrar la educación nutricional en sus programas y vigilar la calidad de los alimentos ofrecidos en comedores o cafeterías escolares.
Los profesionales sanitarios también desempeñan un rol clave al detectar hábitos no saludables, ofrecer asesoramiento personalizado y educar tanto a adolescentes como a sus familias.
Nutrición en la adolescencia como inversión en salud futura
Adquirir hábitos saludables durante la adolescencia tiene un impacto duradero. Una dieta equilibrada en esta etapa no solo favorece un desarrollo adecuado, sino que también reduce el riesgo de enfermedades crónicas en la adultez como:
- Obesidad.
- Diabetes tipo 2.
- Hipertensión arterial.
- Dislipemias (colesterol alto).
- Enfermedades cardiovasculares.
Según datos de la FAO, muchas de estas condiciones se relacionan con patrones alimentarios inadecuados establecidos desde la juventud. Por eso, la inversión en educación nutricional durante la adolescencia es también una estrategia de salud pública.
Acompañar, educar y empoderar
Promover una buena nutrición en la adolescencia no se trata solo de ofrecer una lista de alimentos «permitidos» o «prohibidos», sino de acompañar, educar y empoderar a los jóvenes para que comprendan el valor de una alimentación equilibrada.
El apoyo de la familia, la escuela y el sistema sanitario es fundamental para crear una cultura de bienestar que perdure en el tiempo. Invertir en la salud nutricional de los adolescentes es apostar por adultos más sanos, conscientes y preparados para afrontar su vida con energía y equilibrio.
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