Qué es HBP (Hiperplasia Benigna de Próstata) y cómo tratarla
La hipertrofia benigna de próstata es una de las patologías que con más frecuencia se dan en los hombres a partir de los 60 años. Se caracteriza por un aumento de la glándula prostática, produciendo una obstrucción al flujo de salida urinario. En los últimos tiempos esta patología ha aumentado, por el incremento de la esperanza de vida y por el estilo de vida actual. Esta enfermedad repercute negativamente en la calidad de vida del paciente.
El síndrome prostático presenta varios síntomas. Los más frecuentes son:
- Polaquiuria o aumento de la frecuencia en la micción. Suele ser de escasa cantidad y producirse muchas veces a lo largo del día. Es un signo de inflamación del tracto urinario.
- Disuria o dificultad para miccionar, muchas veces acompañado de dolor.
- Retención de orina.
- Pesadez y dolor en la región perineal, en ocasiones unido a hematuria, cistitis, erecciones, impotencia y meteorismo.
Principales síntomas de HBP
Los síntomas de HBP es raro que aparezcan antes de los 40 años. Según la OMS, a partir de los 70 años se da en el 30% de los varones. La próstata tiene un tamaño variable, similar al de una nuez, con superficie lisa y consistencia elástica. Cuando hay Hiperplasia Benigna de Próstata el tamaño aumenta y se producen los siguientes síntomas:
- Se origina una obstrucción que dificulta la salida de la orina. Se produce una hipertrofia de uno de los músculos de la vejiga, haciendo que disminuya la capacidad de reservorio.
- A continuación aparece la retención de orina, la hipersensibilidad vesical y los síntomas irritativos.
- En una fase avanzada la retención de orina es crónica y se pierde la capacidad de contraer el músculo. Esto produce una retención aguda de orina y una incontinencia urinaria secundaria a la micción por rebosamiento, lo que aumenta el riesgo de infecciones e incluso de insuficiencia renal.
Para realizar un diagnóstico de HBP el médico, generalmente el urólogo, realiza una historia clínica detallada, en la que pregunta al paciente todo lo que necesita saber sobre los síntomas mecánicos o de vaciado vesical y los dinámicos o de llenado vesical. Asimismo lleva a cabo una explotación física completa de abdomen, periné y escroto, que incluye un tacto rectal para conocer el tamaño, la consistencia y la forma de la próstata, así como el dolor que existe a la palpación.
El médico también indica la realización de una analítica de orina para descartar infecciones, hematuria o proteinuria, y otra de sangre en la que se estudie el PSA y la creatinina plasmática. Además puede prescribir otras pruebas como una ecografía abdominal o transrectal y, en algunos casos, una flujometría o una urografía intravenosa.
Tratamientos de la HBP
El tratamiento de cada paciente debe ser individual. Se ha comprobado que, tras cinco años de enfermedad, el 40% de los pacientes mejora sin tratamiento y sólo un 15% empeora. Lo ideal es seguir las siguientes recomendaciones, en función del grado en el que esté la enfermedad. Las principales son:
- Higiénico-dietéticas. Se recomiendan en pacientes con pocos síntomas y a los que la patología no les afecta a su calidad de vida. Algunas de ellas son:
- Evitar permanecer durante mucho tiempo inmóviles.
- No exponerse demasiado tiempo a temperaturas frías.
- No ingerir alcohol, cafés o líquidos después de cenar.
- Orinar a intervalos regulares.
- Realizar ejercicios para fortalecer el suelo pélvico.
- Seguimiento periódico de los síntomas y complicaciones.
- Tratamiento médico. Los más frecuentes son la terapia antiandrogénica, los bloqueantes α-adrenérgicos, el tratamiento combinado y la fitoterapia.
- Tratamiento quirúrgico.
Es importante saber cuándo hay que intervenir quirúrgicamente a un paciente con Hiperplasia Benigna de Próstata. Las indicaciones más frecuentes son: insuficiencia renal, litiasis vesical, retención urinaria refractaria, infección urinaria recurrente o hematuria recurrente. También cuando hay fracaso del tratamiento médico y por preferencia del paciente. La operación puede ser de dos tipos:
- Mínimamente invasivo.
- Tratamiento quirúrgico transuretral o prostatectomía abierta.
Las intervenciones más utilizadas son las transuretrales, como la resección transuretral de la próstata (RTU), la electrovaporización transuretral (EVTU) y la incisión transuretral de la próstata (ITU).
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