Varicela: síntomas, prevención y tratamiento

Varicela

La varicela es una infección viral muy contagiosa, que está provocada por el herpes Zoster (VVZ). Su vacuna ha conseguido reducir en un 80% el número de casos. Actualmente se incluyen dos dosis, una a los 15 meses y otra a los 3 o 4 años, en función de la Comunidad Autónoma. Al ser una enfermedad infecciosa vírica muy común en los niños, la Asociación Española de Pediatría recomienda la vacunación a todos los niños.

Manifestaciones de la varicela

Esta enfermedad es fácilmente reconocible por el pediatra, al presentar unos síntomas claros:

  • Aparición de manchas y granitos rojos que con los días se convierten en vesículas o ampollas y producen un desagradable picor. Terminan siendo costras. Preferentemente aparecen en el tronco y el cuero cabelludo, aunque en ocasiones se extienden a las extremidades y la cara.
  • Fiebre durante dos o tres días (no superior a 39 grados)
  • Falta de apetito
  • Dolor de cabeza
  • Dolor articular y cansancio

El periodo de incubación dura unas dos semanas desde el contagio. Este virus se extiende por la sangre y llega a la piel y las mucosas. También al sistema nervioso, quedando latente en el cuerpo durante toda la vida.

Cuando la varicela aparece en edad adulta lo hace a través del Herpes Zoster o culebrilla, sobre todo en mayores de 60 años, en personas que tuvieron la varicela antes de cumplir un año y en aquellos que tienen un sistema inmunológico deprimido. En este caso se contagia por contacto directo con la erupción y no se propaga por el aire. El herpes Zoster se manifiesta con dolor fuerte y picor en un lado del cuerpo o la cara. Las erupciones aparecen después (hasta 14 días más tarde) y el dolor puede llegar a durar varios meses. Es peligroso cuando sale en la cara, ya que puede afectar a los ojos u oídos.

Evitar el contagio

La varicela es muy contagiosa, por lo que es importante que quien la contrae permanezca aislado durante unos diez días, tiempo aproximado que dura de la enfermedad. Los niños pueden llegar a desarrollar hasta 500 lesiones en su cuerpo, dejando algunas de ellas una marca permanente. Las estaciones del año en las que se dan más casos son la primavera y el invierno. Se infecta de diferentes maneras:

  • A través del líquido que segregan las vesículas o ampollas
  • A través de la saliva al hablar, toser o estornudar
  • Por contacto con objetos contaminados (menos frecuente)

El tratamiento en niños sanos se limita a reducir los síntomas, no a tratar la infección por el virus.  Se busca aliviar el dolor que causan las vesículas, administrando medicamentos antihistamínicos, lociones calmantes y algún analgésico. También para reducir el riesgo de infección por bacterias que se produce cuando el niño cuando se rasca demasiado y se levanta la piel se administran antibióticos. Como remedios caseros se pueden usar compresas húmedas sobre las ampollas y baños con agua tibia.

En el caso de pacientes inmunodeprimidos el médico prescribe un tratamiento antiviral para evitar su propagación.

Vacuna como solución

La vacuna de la varicela ha reducido de una manera muy importante el número de infecciones, evitando que se propague la enfermedad y eliminando las posibles complicaciones derivadas. Este es uno de los principales motivos por el que los médicos aconsejan que se vacune siempre a los pequeños.

Los efectos secundarios son escasos y parecidos al resto de las vacunas: dolor e inflamación en la zona, fiebre, náuseas y cansancio. Se puede administrar junto con otras vacunas (rubeola, sarampión….), pero no debe ponerse a embarazadas ni personas con un sistema inmunitario débil.

Si sospechas que tu hijo tiene varicela acude inmediatamente al pediatra para que indique el tratamiento y protocolo a seguir. En el caso de los adultos el médico de familia será el encargado de poner remedio a la infección.

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