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¿Qué es la operación de fimosis?
La fimosis es la incapacidad para retraer el prepucio. Se considera normal en los niños durante los primeros años de vida, porque existen adherencias entre el prepucio y el glande. En estos casos se denomina fimosis fisiológica. A medida que el pene va creciendo, en torno a los 3 o 4 años, se produce una liberación gradual y retracción del prepucio, debido a la acumulación de restos epiteliales debajo del mismo y a las erecciones intermitentes. A esta edad el 90% de los niños puede descubrir la cabeza del pene sin problemas.
La higiene y el cuidado adecuado del prepucio durante la infancia son fundamentales para evitar la fibrosis del anillo prepucial y el desarrollo de una fimosis patológica. A los 17 años de edad solo el 1% de los varones no puede retraer el prepucio.
La fimosis se puede clasificar de dos maneras, en función de su formación:
- Fisiológica. Consiste en la incapacidad para retraer el prepucio debido a la existencia de adherencias entre éste y el glande.
- Patológica o secundaria. Se da cuando persiste la dificultad para retraer el prepucio en un niño mayor de 4 años o bien cuando se asocia a un anillo fibroso como consecuencia de retracciones prepuciales forzadas.
La fimosis persistente predispone a procesos inflamatorios y/o infecciosos (balanopostitis, infecciones urinarias), obstrucción urinaria y parafimosis.
Síntomas
El principal síntoma de la fimosis es la imposibilidad de retraer el prepucio, provocando molestias importantes e impidiendo que el glande quede al descubierto. Pero existen otros como:
- Sensación de tensión o desgarro cada vez que la persona tiene una erección.
- Inflamación del prepucio cuando el varón tiene que orinar.
- Dificultad para orinar, con un chorro fino y que sale desviado
- Inflamación frecuente del glande.
- Aparición de restos de color blanco en la zona, a consecuencia de una higiene deficiente.
La fimosis puede convertirse en una parafimosis por un retraimiento violento del prepucio tras el glande. Ocurre cuando el prepucio se queda atascado tras la corona del glande y es incapaz de volver a su posición inicial. Por la presión que ejerce en esta zona, la circulación sanguínea del glande se altera. En este caso los síntomas más frecuentes son la formación de un edema y fuertes dolores en el glande.
Diagnóstico
La fimosis se puede clasificar en diferentes estadios, según estableció Kayaba. Se divide en cinco grados, en función de cuánto se pueda retraer el prepucio:
- Tipo I: Puntiforme sin retracción posible. El glande no se ve.
- Tipo II: puntiforme, sólo exposición del meato uretral.
- Tipo III: exposición de la mitad del glande.
- Tipo IV: exposición del glande por encima del surco coronario.
- Tipo V: fácil exposición del glande.
El diagnóstico de la fimosis es fundamentalmente clínico, aunque los exámenes de laboratorio ayudan a identificar causas y enfermedades concomitantes.
En el caso de los niños el primer diagnóstico lo suelen realizar los padres durante el aseo del menor. Es frecuente que el pequeño presente escozor en la zona, debido a una acumulación de orina en el capuchón fimótico. También pueden aparecer infecciones urinarias o infecciones en la piel de la zona genital.
En el caso de los adultos se trata de una fimosis patológica, que puede conllevar erecciones dolorosas, heridas en la piel del pene y dolor al orinar.
Es importante acudir al urólogo, una vez se detecte el problema, para que el especialista realice el diagnóstico y sugiera el tratamiento adecuado. En ocasiones el médico indica un procedimiento conservador, basado en la aplicación de cremas que pueden ablandar el prepucio, facilitando así su desplazamiento sobre el glande. Esto es eficaz en el caso de las fimosis congénitas en varones jóvenes. En adultos, donde la fimosis suele ser adquirida en la mayoría de los casos, lo más aconsejable es la intervención quirúrgica.
Operación de fimosis
Bien por tema higiénico, para evitar posibles infecciones o por favorecer el placer en las relaciones sexuales se recomienda operar la fimosis mediante la circuncisión. Es una de las cirugías realizadas con mayor frecuencia en la infancia (en el islam y el judaísmo se practica en forma de ritual). Actualmente cada vez hay más hombres que se realizan la circuncisión por motivos estéticos. Además es una forma de evitar posibles infecciones en la zona.
El preoperatorio es sencillo, sólo se requiere una analítica en el que aparezca el hemograma y un estudio de coagulación. Asimismo es frecuente que el médico solicite la realización de un electrocardiograma (ECG). Se trata de una intervención quirúrgica ambulatoria, en la mayoría de los casos, que consiste en quitar la piel del prepucio. Con el bisturí se corta el prepucio y la mucosa que hay alrededor del glande y posteriormente se une con el resto que queda. Se realiza con anestesia local, excepto en niños, que se utiliza anestesia general para mantenerlos dormidos durante la misma. Es una operación simple que apenas dura unos 15 o 20 minutos.
Paciente y médico pueden optar por una circuncisión total, eliminando todo el prepucio, o por una circuncisión parcial, en la que se quita sólo la parte que imposibilita que le prepucio se deslice de forma natural sobre el glande. La técnica parcial hará que el prepucio cubra el glande cuando el pene no está erecto. Si se opta por la total, el glande quedará siempre al descubierto.
La mayoría de varones prefiere la circuncisión total. En esta intervención el cirujano realiza dos incisiones paralelas, cortando la piel hacia el estrato subcutáneo. Los vasos sanguíneos del prepucio se coagulan con láser o bisturí eléctrico. A continuación se retira la piel sobrante y se sutura con puntos reabsorbibles. Para finalizar se aplica un vendaje elástico.
También se puede realizar la cirugía de fimosis sin bisturí. La técnica se lleva a cabo mediante un dispositivo de circuncisión de corte y sutura simultáneo, en forma de pistola. Los dispositivos más utilizados son el CircCurer y el Circunsafe. A diferencia de la circuncisión quirúrgica convencional, es menos invasiva y más atractiva para los pacientes.
Postoperatorio
Sólo en el 2% de las intervenciones de fimosis surgen complicaciones. Tras la operación es frecuente que se produzcan las siguientes molestias:
- Dolor en la zona. A medida que pasan los días las molestias se van atenuando. Se pueden tomar analgésicos para hacer más llevaderas los dolores postoperatorios.
- Inflamación y sangrado del pene. Se recomienda la aplicación de vendas de comprensión, teniendo cuidado de no estrangular el pene. Es normal que el chorro de la orina no salga de manera homogénea, hasta que no baje la inflamación.
- Hinchazón del glande. En este caso se aconseja la toma de antiinflamatorios. Asimismo el pene debe colocarse en una posición que evita que la inflamación aumente.
- Mayor sensibilidad en el glande, que hasta ese momento estaba acostumbrado a estar cubierto.
- Aparición de hematomas. Se recomienda realizar curas y esperar a que el hematoma se reabsorba.
Los puntos y las erecciones nocturnas también provocan dolor tras la cirugía, pero no debe ser motivo de preocupación, al ser normal que existan molestias mientras la herida no cure. Si a las dos semanas los puntos de sutura no han caído por sí solos, es recomendable acudir al médico para que los quite en consulta.
Durante los primeros días es probable que el paciente prefiera utilizar calzoncillos tipo slip, para que la sujeción sea mayor. Entre cuatro y seis semanas después de la operación desaparecen prácticamente las molestias y el paciente puede retomar la actividad sexual. Tras la operación de fimosis el varón no pierde sensibilidad sexual.
Esta intervención no requiere baja laboral, excepto en los varones que trabajan levantando peso o sentados durante largos periodos de tiempo. En estos casos será el médico el que marque los días de descanso, que suelen estar entre una y dos semanas.
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